Ayer jueves, 5 de Julio, hemos realizado un paseo nocturno para conocer los secretos de la Avenida de la Constitución dentro del ciclo de ‘Rutas de Sevilla Bajo las Estrellas’ que está realizando Alminar.
Una noche llena de encanto en la que confluyeron historia, arquitectura, arte y urbanismo bajo el cielo sevillano. De nuevo la magistral exposición de Rosa García Morillo sobre la historia de esta arteria sevillana, repleta de curiosidades y anécdotas, conectó con los asistentes acercándoles las distintas realidades culturales que confluyen a lo largo de esta avenida tan popular.
Comenzamos la ruta, como siempre, a las 21,30 en el arquillo del Ayuntamiento.
Este paseo, que titulamos como “Avenida de Luces y Sombras”, nos descubrió los distintos nombres que ha recibido esta vía sevillana a lo largo de la historia. Y es que la presencia de comerciantes genoveses en el bullicioso puerto sevillano hizo que muchos de estos se asentaran en la calle que nos ocupa, y que acabaría tomando el nombre de la ciudad italiana durante siglos.
Pudimos comprobar también la riqueza arquitectónica que atesora esta vía a través de sus edificios, con ejemplos notables del regionalismo sevillano de Aníbal González, la influencia de la Exposición Iberoamericana de 1929 y la arquitectura ecléctica del edificio La Adriática. Ante el antiguo Teatro Coliseo descubrimos que anteriormente fue conocido como Teatro Reina Victoria hasta la llegada de la República en 1931.
El Archivo de Indias y la Catedral fueron también objeto de nuestras miradas, desvelando los personajes que ocuparon estas gradas durante el siglo XV y XVI. Y no fueron otros que los comerciantes, que utilizaban las escaleras para disponer sus productos y proceder a su venta o intercambio. Esto se vería interrumpido a mediados del siglo XVI cuando el cabildo catedralicio ordeno colocar las columnas y cadenas que hoy podemos observar, al objeto de que estos comerciantes no se introdujesen, junto con sus animales, dentro del recinto catedralicio para resguardarse en días de lluvia.
Finalizamos así la ruta con la satisfacción de haber disfrutado del encanto y la magia de una noche de paseos bajo la luna, en la que pisamos el mismo suelo sobre el que generaciones de sevillanos y foráneos han construido la historia de la ciudad durante siglos.